La zorra y la cigüeña
[Minicuento - Texto completo.]
Jean de La Fontaine
Sintiéndose un día muy generosa, invitó doña zorra a cenar a
doña cigüeña. La comida fue
breve y sin mayores preparativos. La astuta raposa, por su
mejor menú, tenía un caldo ralo,
pues vivía pobremente, y se lo presentó a la cigüeña servido
en un plato poco profundo.
Esta no pudo probar ni un solo sorbo, debido a su largo
pico. La zorra, en cambio, lo lamió
todo en un instante.
Para vengarse de esa burla, decidió la cigüeña invitar a
doña zorra. -Encantada -dijo-, yo no soy protocolaria con mis amistades.
Llegada la hora corrió a casa de la cigüeña, encontrando la
cena servida y con un apetito del
que nunca están escasas las señoras zorras. El olorcito de
la carne, partida en finos pedazos,
la entusiasmó aún más. Pero para su desdicha, la encontró
servida en una copa de cuello
alto y de estrecha boca, por el cual pasaba perfectamente el
pico de doña cigüeña, pero el
hocico de doña zorra, como era de mayor medida, no alcanzó a
tocar nada, ni con la punta
de la lengua. Así, doña zorra tuvo que marcharse en ayunas,
toda avergonzada y engañada,
con las orejas gachas y apretando su cola.
Para ustedes escribo, embusteros: ¡Esperen la misma suerte!
No engañes a otros, pues bien conocen tus debilidades y te
harán pagar tu daño en la
forma que más te afectará.
FIN
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