La almohada [lili] y la cobija [lola]
En el mágico mundo de los sueños, se presentó un día una discusión entre la almohada [lili]
y la cobija [lola], cuando la primera afirmó:
– Yo soy lo más importante para Manuel Antonio mi dueño, él recuesta su cabeza
sobre mi cuerpo para luego descansar y tener lindos sueños. De allí que conozca en
detalles todos sus secretos. –
Soltando una larga carcajada la cobija [lola] replico en alta y sonora voz:
– Que tonta es usted amiga, recuerde que quien arropa el cuerpo de Manuel Antonio
soy yo, tengo impregnada todos sus olores y muchas cosas más. –
Aquella discusión se prolongó por varias horas, cuando de pronto se abrió la puerta de la
habitación y Pitufo el perro de Manuel Antonio saltó a la cama y colocando su cabeza sobre
la almohada [lili], se dispuso a echar una siesta, en ese momento la cobija [lola] afirmó:
– Amiga, por lo que veo también conocerás ahora los secretos de Pitufo, gracias a
Dios que no me ha visto. –
La almohada [lili], exhaló un largo suspiro de resignación ante aquel imprevisto, cuando de
pronto entro una ráfaga de viento por la ventana y pitufo sintiendo frío, agarró a la cobija
[lola] y se acurrucó con ella. Entonces la almohada [lili] soltando una larga carcajada
exclamó:
– ¡Amiga ahora quedaras impregnada de los olores de pitufo y cuídate de alguna
garrapata que este escondida entre sus pelos!
La cobija [lola] soltó un largo suspiro de resignación mientras se lamentaba en silencio por
haberse burlado de la almohada [lili]. Pasados los minutos Manuel Antonio entró a su
habitación y vio a pitufo acurrucado en la cama, una sonrisa se dibujó en su cara. En ese
momento sonó el timbre de la casa, al abrir la puerta Manuel Antonio vio el rostro de su
novia Miriam Aurora quien traía entre sus manos a Blancanieves su gata y más querida
mascota. Después de los besos y saludos, la pareja se quedó conversando sentados en los
muebles mientras Blancanieves sintiendo el olor de pitufo, corrió hacia la habitación, al verla
llegar la almohada [lili] exclamó:
¡Por Dios lo que faltaba, esta también va a querer meterse a la cama y colocar su
cabeza sobre mi cuerpo!
Nuevamente la cobija [lola], sonrió mientras decía:
– Estoy rezando para que no entre un fuerte viento por la ventana, porque
seguramente sentirá frío y querrá acurrucarse conmigo. –
A partir de aquel día, la almohada [lili] y la cobija [lola] dejaron de discutir y decidieron ser
buenas amigas.
Fin.
La almohada [lili] y la cobija [lola] es un cuento del escritor Manuel Ibarra © Todos los
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