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martes, 26 de julio de 2022

Huevos de Chocolate.

 






Feliz martes: 26-07-2022 apreciados lectores, de este  blog de Literatura infantil y juvenil. Hoy comparto uno de mis cuentos fantasticos y humorístico, representativo de esa deliciosa golosina, que a todos nos gusta en especial a los niños. Me refiero al chocolate. Espero sea del agrado de todos ustedes y no olviden de comentar y seguir este blog.


Huevos de chocolate.




En las afueras de Río Chico vivía una señora a la que todos conocían como doña Carmela, la cual se dedicaba al cultivo de hortalizas y también tenía aves como gallinas, patos, guineos, pavos, palomas. En el extenso terreno habían árboles de guayaba, mangos, naranjas, limones, café y cacao. Doña Carmela de vez en cuando hacia unas ricas tortas de diferentes sabores, las cuales vendía a sus vecinos asi como también vendía los huevos de sus numerosas gallinas.


Un día la anciana no encontró maíz para alimentar a las aves del corral, en especial a sus gallinas, razón por la cual decidió echarles frutas del cacao que tenía almacenado en unos sacos. Entonces sucedió algo mágico cuando una gallina puso un huevo muy extraño y cuando comenzó a cacarear, el gallo se acercó para verlo y noto que era muy distinto a los huevos tradicionales de sus gallinas, ya que era muy brillante y de color marrón, muy intrigado comenzó a picotearlo y noto que su sabor era muy parecido al chocolate. Sorprendidos decidieron esconderlo debajo de unos troncos de madera, en un aparto rincón del gallinero y guardar el secreto .


Fue pasando el tiempo y cada vez que una gallina ponla un huevo, el loro le avisaba a doña Carmela para que fuera a recogerlo, lo cual disgustaba a las gallinas porque de esos huevos eran que nacían sus pollitos. Por fin el chismoso loro descubrió un día el secreto tan bien guardado por el gallo y sus gallinas, entonces decidió chantajearlos con las siguientes palabras:


-Escuchen bien y presten atención porque si no me complacen en lo que yo les pida. Entonces le diré el secreto a doña Carmela-.


Inmediatamente el gallo respondió:


-Por favor lo que tú pidas lorito, pero guárdanos el secreto-.


Ese día el loro pidió comer manzanas y seguidamente el gallo salió volando a conseguir las frutas. El segundo día el loro se acercó al gallinero y pidió comer peras. Inmediatamente las gallinas seguidas por el gallo salieron en busca de la deliciosa fruta. Al tercer día el loro se antojó de comer guayabas y las asustadas gallinas volaron a buscarlas. La semana siguiente el loro le dijo al gallo que deseaba comer uvas frescas del mercado y por más que el gallo busco por todas partes y lugares no encontró las uvas. Molesto ya en horas del mediodía y sintiendo mucha hambre el loro le dijo a doña Carmela:


-rúa, rúa, rúa si me compras uvas te dire un secreto-.


Sorprendida doña Carmela consiguió dinero con una de sus vecinas y se fue al mercado a comprar uvas frescas para su loro. Después de comerse todas las uvas y de sentirse muy satisfecho el loro volo hacia el gallinero mientras el gallo y sus gallinas observaban como el loro señalaba a la anciana el lugar donde estaban escondidos los huevos de chocolate. Inmediatamente doña Carmela los echo en una cesta y se los llevo hasta la cocina. Pasados unos minutos doña Carmela rompió uno de aquellos huevos, al probarlo noto en su boca un rico sabor a chocolate.


Al día siguiente la anciana preparo con parte de los huevos una enorme torta rellena de chocolate, la cual vendió a una de sus vecinas. A partir de ese día la fama de doña Carmela y sus tortas de chocolate, se expandió por todo Río Chico, al punto que desde apartados lugares y caseríos de Barlovento, viajaban hasta su casa para comprar la rica y deliciosa torta. Doña Carmela no le decían a nadie su receta siempre afirmaba que era una receta de familia.


Pasados los meses la anciana coloco un letrero tipo aviso frente a la puerta de su casa, en donde señalaba la venta de tortas, golosinas y también huevos rellenos de chocolate, los cuales por cierto eran una delicia para los estudiantes y niños del lugar. Pasaron los años y ya muy anciana doña Carmela dejo en manos de sus nietas aquel negocio familiar, cuyo aviso muy luminoso   y peculiar se ve  en una de las calles de Río Chico que dice:


-Sea usted bienvenido a saborear tortas golosinas y huevos de chocolate. Invita la familia bencolate-.


Fin.


Autor:  Manuel  Ibarra

Caracas/Venezuela

26-07-2022

Derechos reservados.



  

viernes, 22 de julio de 2022

Blanca Nieves

 





Feliz encuentro hoy: 22-07-2022, apreciados amigos, sean todos bienvenidos a este, mi blog de Literatura infantil y Juvenil. En esta ocasión y continuando con el ciclo de presentación de aquellos cuentos de la infancia con los cuales crecimos, divirtiéndonos  con sus maravillosas lecturas. Le toca el turno a [Blanca Nieves], escrita por los Hermanos Grimm.  Cuya lectura espero sea del agrado y deleite de todos ustedes. No olviden comentar sobre esta lectura y seguir este blog en donde encontraran cuentos, reseñas y poesías . 


Érase una vez una reina que, cosiendo junto a su ventana, se pinchó en el dedo y vio como la sangre cayó en la nieve. Fue entonces cuando deseó tener una hija con la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como el ébano. Y su deseó se cumplió, naciendo la princesa Blancanieves. Pero, la reina murió después de dar a luz y el rey se casó con una hechicera poderosa que tenía un espejo mágico. La reina hechicera solía preguntarle a su espejo una pregunta cada día: -Espejito, espejito, ¿quién es en la Tierra la más bella de todas? Y él contestaba: -Tú, mi reina, eres la más bella de todas. Pero, cuando Blancanieves cumplió diecisiete años era tan bonita como el día y la reina le preguntó a su espejo, éste respondió: -Reina, estás llena de belleza, es cierto, pero Blancanieves es más bella que tú y nunca podrás cambiar eso. 

La reina, celosa, ordenó a un cazador asesinar a Blancanieves en el bosque y, para asegurarse, le exigió que le trajera el corazón de la niña. El cazador se arrepintió, la dejó escapar y le llevó a la reina el corazón de un ciervo joven (que luego fue cocinado por el cocinero real y comido por la reina). En el bosque, Blancanieves descubrió una pequeña casa que pertenecía a siete enanos y decidió entrar para descansar. Allí, éstos se apiadan de ella: -Si mantienes la casa para nosotros, cocinas, haces las camas, lavas, coses, tejes y mantienes todo limpio y ordenado, entonces puede quedarse con nosotros y tendrá todo lo que quiera. Le advirtieron, eso sí, que no dejara entrar a nadie mientras ellos estuvieran en las montañas. Mientras tanto, la reina le preguntó a su espejo una vez más quién era la más bella de todas y, horrorizada, se enteró de que Blancanieves no sólo estaba viviendo con los enanos, sino que seguía siendo la más bonita de todas. La reina usa tres disfraces para tratar de matar a Blancanieves mientras los enanos están en las montañas. 

En primer lugar, disfrazada de vendedora ambulante, la reina ofrece a Blancanieves coloridas cintas para el cuello, Blancanieves se prueba una pero la reina la aprieta tan fuertemente que Blancanieves cae desmayada, haciendole pensar a la reina que está muerta. Blancanieves es revivida cuando los enanos le retiran la cinta de su cuello. A continuación, la reina se disfraza de persona mayor que vende peines y le ofrece un peine envenenado a Blancanieves. Aunque Blancanieves se resiste a que la mujer le ponga el peine, ésta logra ponérselo a la fuerza y Blancanieves cae desmayada Cuando llegan los enanos de las montañas le quitan el peine y se dan cuenta de que no alcanzó a clavárselo en la cabeza sino que solo la rasguñó. Por último, la reina prepara una manzana envenenada, se disfraza como la esposa de un granjero y le ofrece la manzana a Blancanieves. 

Cuando ella se resiste a aceptar, la reina corta la manzana por la mitad, y se come la parte blanca y le da la parte roja y envenenada a Blancanieves. Ella come la manzana con entusiasmo e inmediatamente cae en un profundo sopor. Cuando los enanos la encuentran, no la pueden revivir. Aun manteniendo su belleza los enanos fabrican un ataúd de cristal para poder verla todo el tiempo. El tiempo pasa y un príncipe que viaja a través de la tierra ve a Blancanieves en el ataúd. El príncipe está encantado por su belleza y de inmediato se enamora de ella. Este le ruega a los enanos que le den el cuerpo de Blancanieves y pide a sus sirvientes que trasladen el ataúd a su castillo. Al hacerlo se tropiezan en algunos arbustos y el movimiento hace que el trozo de manzana envenenada atorada en la garganta de Blancanieves se caiga haciéndola despertar. El príncipe luego le declara su amor y pronto se planea una boda. La vanidosa reina, creyendo aún que Blancanieves está muerta, pregunta una vez más a su espejo quién es la más bella de la tierra y,una vez más, el espejo la decepciona con su respuesta: - "Tú, mi reina, eres bella, es cierto; pero la joven reina es mil veces más bella que tú." Sin saber que esta nueva reina era, de hecho, su hijastra, la reina es invitada al matrimonio de un príncipe de un país vecino, cuando se da cuenta que la nueva reina es la princesa Blancanieves, la reinahechicera se asusta y se desespera tratando de pasar desapercibida. Sin embargo el príncipe y Blancanieves la ven. Blancanieves la reconoce y le cuenta al príncipe todo lo que la aquella le hizo. Como castigo por sus malos actos, el príncipe, ahora rey, manda a confeccionar un par de zapatos de hierro que son calentados al fuego hasta quedar rojos. Luego obliga a la reina a ponérselos y bailar hasta que cae muerta.


Fin.


 www.soncuentosinfantiles.co



domingo, 17 de julio de 2022

La Cenicienta

 





Feliz domingo: 17-07-2022, apreciados lectores. Bienvenidos a este su blog de Literatura Infantil y Juvenil. Para hoy comparto la lectura de uno de los cuentos infantiles tradicionales y mas leídos del Mundo, me refiero a [La Cenicienta] del gran escritor. Charles Perrault, espero lo disfruten, compartan su lectura en familia y por favor no olviden seguir mi blog, para que puedan disfrutar de otros cuentos como este.


La Cenicienta Charles Perrault Había una vez un gentil hombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo. El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo. Junto con realizarse la boda, la madrastra dio libre curso a su mal carácter; no pudo soportar las cualidades de la joven, que hacían aparecer todavía más odiosas a sus hijas. 3 La obligó a las más viles tareas de la casa: ella era la que fregaba los pisos y la vajilla, la que limpiaba los cuartos de la señora y de las señoritas; dormía en lo más alto de la casa, en una buhardilla, sobre una mísera v manta, mientras sus hermanas ocupaban habitaciones con parquet, donde tenían camas a la última moda y espejos en que podían mirarse de cuerpo entero. 

La pobre muchacha aguantaba todo con paciencia, y no se atrevía a quejarse ante su padre, de miedo que le reprendiera, pues su mujer lo dominaba por completo. Cuando terminaba sus quehaceres, se instalaba en el rincón de la chimenea, sentándose sobre las cenizas, lo que le había merecido el apodo de Cenicienta, quien con sus míseras ropas, no dejaba de ser cien veces más hermosa que sus hermanas que andaban tan ricamente vestidas. Sucedió que el hijo del rey dio un baile al que invitó a todas las personas distinguidas; nuestras dos señoritas también fueron invitadas, pues tenían mucho nombre en la comarca. Helas aquí muy satisfechas y preocupadas de elegir los trajes y peinados que mejor les sentaran; nuevo trabajo para Cenicienta, pues era ella quien planchaba la ropa de sus hermanas y plisaba los adornos de sus vestidos. 

No se hablaba más que de la forma en que irían trajeadas. 4 —Yo —dijo la mayor— me pondré mi vestido de terciopelo rojo y mis adornos de Inglaterra. —Yo —dijo la menor— iré con mi falda sencilla; pero en cambio, me pondré mi abrigo con flores de oro y mi prendedor de brillantes, que no pasarán desapercibidos. Manos expertas se encargaron de armar los peinados de dos pisos y se compraron lunares postizos. Llamaron a Cenicienta para pedirle su opinión, pues tenía buen gusto. Cenicienta las aconsejó lo mejor posible, y se ofreció incluso para arreglarles el peinado, lo que aceptaron. Mientras las peinaba, ellas le decían: — Cenicienta, ¿te gustaría ir al baile? —Ay, señoritas, se están burlando, eso no es cosa para mí. —Tienes razón, se reirían bastante si vieran a una cenicienta entrar al baile. 5 Otra que no fuera Cenicienta, las habría arreglado mal los cabellos, pero ella era buena y las peinó con toda perfección.

Tan contentas estaban que pasaron cerca de dos días sin comer. Más de doce cordones rompieron a fuerza de apretarlos para que el talle se les viera más fino, y se pasaban delante del espejo. Finalmente, llegó el día feliz; partieron y Cenicienta las siguió con los ojos y cuando las perdió de vista se puso a llorar. Su madrina, que la vio anegada en lágrimas, le preguntó qué le pasaba. —Me gustaría... me gustaría... Lloraba tanto que no pudo terminar. Su madrina, que era un hada, le dijo: —¿Te gustaría ir al baile, no es cierto? —¡Ay, sí! —dijo Cenicienta suspirando. —¡Bueno, te portarás bien!, yo te haré ir. La llevó a su cuarto y le dijo: —Ve al jardín y tráeme una calabaza. Cenicienta fue en el acto a recoger la mejor que encontró y la llevó a su madrina, sin poder adivinar cómo ésta podría hacerla ir al baile. Su madrina la vació y dejándole solamente la cáscara, lo tocó con su varita mágica y al instante se convirtió en un bello carruaje 6 dorado. En seguida miró dentro de la ratonera donde encontró seis ratas vivas. Le dijo a Cenicienta que levantara un poco la puerta de la trampa, y a cada rata que salía le daba un golpe con la varita, y la rata quedaba automáticamente transformada en un brioso caballo; lo que hizo un tiro de seis caballos de un hermoso color gris ratón. 

Como no encontraba con qué hacer un cochero: —Voy a ver, dijo Cenicienta, si hay algún ratón en la trampa, para hacer un cochero. —Tienes razón, dijo su madrina, anda a ver. Cenicienta le llevó la trampa donde había tres ratones gordos. El hada eligió uno por su imponente barba, y habiéndolo tocado quedó convertido en un cochero gordo con un precioso bigote. En seguida, ella le dijo: —Baja al jardín, encontrarás seis lagartos detrás de la regadera; tráemelos. Tan pronto los trajo, la madrina los trocó en seis lacayos que se subieron en seguida a la parte posterior del carruaje, con sus trajes galoneados, sujetándose a él como si en su vida hubieran hecho otra cosa. El hada dijo entonces a Cenicienta: —Bueno, aquí tienes para ir al baile, 7 ¿no estás bien arreglada? —Es cierto, pero, ¿podré ir así, con estos vestidos tan feos? Su madrina no hizo más que tocarla con su varita, y al momento sus ropas se cambiaron en magníficos vestidos de paño de oro y plata, todos recamados con pedrerías; luego le dio un par de zapatillas de cristal, las más preciosas del mundo.

Una vez ataviada de este modo, Cenicienta subió al carruaje; pero su madrina le recomendó sobre todo que regresara antes de la medianoche, advirtiéndole que si se quedaba en el baile un minuto más, su carroza volvería a convertirse en calabaza, sus caballos en ratas, sus lacayos en lagartos, y que sus viejos vestidos recuperarían su forma primitiva. Ella prometió a su madrina que saldría del baile antes de la medianoche. Partió, loca de felicidad. El hijo del rey, a quien le avisaron que acababa de llegar una gran 8 princesa que nadie conocía, corrió a recibirla; le dio la mano al bajar del carruaje y la llevó al salón donde estaban los comensales. Entonces se hizo un gran silencio: el baile cesó y los violines dejaron de tocar, tan absortos estaban todos contemplando la gran belleza de esta desconocida. Sólo se oía un confuso rumor: —¡Ah, qué hermosa es! El mismo rey, siendo viejo, no dejaba de mirarla y de decir en 9 vos baja a la reina que desde hacía mucho tiempo no veía una persona tan bella y graciosa. Todas las damas observaban con atención su peinado y sus vestidos, para tener al día siguiente otros semejantes, siempre que existieran telas igualmente bellas y manos tan diestras para confeccionarlos.

El hijo del rey la colocó en el sitio de honor y en seguida la condujo al salón para bailar con ella. Bailó con tanta gracia que fue un motivo más de admiración. Trajeron exquisitos manjares que el príncipe no probó, ocupado como estaba en observarla. Ella fue a sentarse al lado de sus hermanas y les hizo mil atenciones; compartió con ellas los limones y naranjas que el príncipe le había obsequiado, lo que las sorprendió mucho, pues no la conocían. Charlando así estaban, cuando Cenicienta oyó dar las once tres cuartos; hizo al momento una gran reverencia a los asistentes y se fue a 10 toda prisa. Apenas hubo llegado, fue a buscar a su madrina y después de darle las gracias, le dijo que desearía mucho ir al baile al día siguiente porque el príncipe se lo había pedido.

Cuando le estaba contando a su madrina todo lo que había sucedido en el baile, las dos hermanas golpearon a su puerta; Cenicienta fue a abrir. —¡Cómo han tardado en volver! les dijo bostezando, frotándose los ojos y estirándose como si acabara de despertar. —Si hubieras ido al baile —le dijo una de las hermanas— no te habrías aburrido; asistió la más bella princesa, la más bella que jamás se ha visto; nos hizo mil atenciones, nos dio naranjas y limones. Cenicienta estaba radiante de alegría. Les preguntó el nombre de esta princesa; pero contestaron que nadie la conocía, que el hijo del rey no se conformaba y que daría todo en el mundo por saber quién era. Cenicienta sonrió y les dijo: —¿Era entonces muy hermosa? Dios mío, felices ustedes, ¿no podría verla yo? Ay, señorita Javotte, présteme el vestido amarillo que usa todos los días. Verdaderamente —dijo la señorita Javotte—, ¡no faltaba más! 11 Prestarle mi vestido a la Cenicienta, tendría que estar loca. Cenicienta esperaba esta negativa, y se alegró, pues se habría sentido bastante confundida si su hermana hubiese querido prestarle el vestido.

Al día siguiente, las dos hermanas fueron al baile, y Cenicienta también, pero aún más ricamente ataviada que la primera vez. El hijo del rey estuvo constantemente a su lado y diciéndole cosas agradables; nada aburrida estaba la joven damisela y olvidó la recomendación de su madrina; de modo que oyó tocar la primera campanada de medianoche cuando creía que no eran ni las once. Se levantó y salió corriendo, ligera como una gacela. 12 El príncipe la siguió, pero no pudo alcanzarla; ella había dejado caer una de sus zapatillas de cristal que el príncipe recogió con todo cuidado. Cenicienta llegó a casa sofocada, sin carroza, sin lacayos, con sus viejos vestidos, pues no le había quedado de toda su magnificencia sino una de sus zapatillas, igual a la que se le había caído. Preguntaron a los porteros del palacio si habían visto salir a una princesa; dijeron que no habían visto salir a nadie, salvo una muchacha muy mal vestida que tenía más aspecto de aldeana que de señorita.

Cuando sus dos hermanas regresaron del baile, Cenicienta les preguntó si esta vez también se habían divertido y si había ido la hermosa dama. Dijeron que si, pero que había salido corriendo al dar las doce, y tan rápidamente que había dejado caer una de sus zapatillas de cristal, la más bonita del mundo; que el hijo del rey la había recogido dedicándose a contemplarla durante todo el resto del baile, y que sin duda estaba muy enamorado de la bella personita dueña de la zapatilla. Y era verdad, pues a los pocos días el hijo del rey hizo proclamar al son de trompetas que se casaría con la persona cuyo pie se ajustara a la zapatilla. Empezaron probándola a las princesas, en seguida a las duquesas, y a toda la corte, pero inútilmente. 13 La llevaron donde las dos hermanas, las que hicieron todo lo posible para que su pie cupiera en la zapatilla, pero no pudieron. Cenicienta, que las estaba mirando, y que reconoció su zapatilla, dijo riendo: —¿Puedo probar si a mí me calza? Sus hermanas se pusieron a reír y a burlarse de ella.

El gentil hombre que probaba la zapatilla, habiendo mirado atentamente a Cenicienta y encontrándola muy linda, dijo que era lo justo, y que él tenía orden de probarla a todas las jóvenes.Hizo sentarse a Cenicienta y acercando la zapatilla a su piececito, vio que encajaba sin esfuerzo y que era hecha a su medida. Grande fue el asombro de las dos hermanas, pero más grande aún cuando Cenicienta sacó de su bolsillo la otra zapatilla y se la puso. En esto llegó la madrina que, habiendo tocado con su varita los vestidos de Cenicienta, los volvió más deslumbrantes aún que los anteriores. Entonces las dos hermanas la reconocieron como la persona que habían visto en el baile. 14 Se arrojaron a sus pies para pedirle perdón por todos los malos tratos que le habían infligido. Cenicienta las hizo levantarse y les dijo, abrazándolas, que las perdonaba de todo corazón y les rogó que siempre la quisieran. Fue conducida ante el joven príncipe, vestida como estaba. Él la encontró más bella que nunca, y pocos días después se casaron. Cenicienta, que era tan buena como hermosa, hizo llevar a sus hermanas a morar en el palacio y las casó en seguida con dos grandes señores de la corte. MORALEJA En la mujer rico tesoro es la belleza, el placer de admirarla no se acaba jamás; pero la bondad, la gentileza la superan y valen mucho más. Es lo que a Cenicienta el hada concedió a través de enseñanzas y lecciones tanto que al final a ser reina llegó (Según dice este cuento con sus moralizaciones). Bellas, ya lo sabéis: más que andar bien peinadas os vale, en el afán de ganar corazones que como virtudes os concedan las hadas bondad y gentileza, los más preciados dones. OTRA MORALEJA Sin duda es de gran conveniencia nacer con mucha inteligencia, coraje, alcurnia, buen sentido y otros talentos parecidos, que el cielo da con indulgencia; pero con ellos nada ha de sacar en su avance por las rutas del destino quien, para hacerlos destacar, no tenga una madrina o un padrino.

Fin.





viernes, 15 de julio de 2022

 



Feliz viernes: 15- 07-2022, apreciados lectores. Dando inicio a un ciclo de reseñas de grandes escritores tanto venezolanos como de otras nacionalidades. Resaltamos hoy en la foto portada del cuento [El patito feo], del escritor. Hans Christian Anderson. Espero que su lectura en familia, sea del agrado de todos ustedes. No olviden suscribirse a este blog de Literatura Infantil y Juvenil para que disfruten tanto de cuentos como poesía.



EL PATITO FEO Hans Christian Andersen qué lindos eran los días de verano! ¡Qué agradable resultaba pasear por el campo y ver el trigo amarillo, la verde avena y las parvas de heno apilado en las llanuras! Sobre sus largas patas rojas iba la cigüeña junto a algunos flamencos, que se paraban un rato sobre cada pata. Sí, era realmente encantador estar en el campo. Bañada de sol se alzaba allí una vieja mansión solariega a la que rodeaba un profundo foso; Q 2 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx desde sus paredes hasta el borde del agua crecían unas plantas de hojas gigantescas, las mayores de las cuales eran lo suficientemente grandes para que un niño pequeño pudiese pararse debajo de ellas. 

Aquel lugar resultaba tan enmarañado y agreste como el más denso de los bosques, y era allí donde cierta pata había hecho su nido. Ya era tiempo de sobra para que naciesen los patitos, pero se demoraban tanto, que la mamá comenzaba a perder la paciencia, pues casi nadie venía a visitarla. Al fin los huevos se abrieron uno tras otro.

 “¡Pip, pip!”, decían los patitos conforme iban asomando sus cabezas a través del cascarón. —¡Cuac, cuac! —dijo la mamá pata, y todos los patitos se apresuraron a salir tan rápido como pudieron, dedicándose enseguida a escudriñar entre las verdes hojas. La mamá los dejó hacer, pues el verde es muy bueno para los ojos. 3 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¡Oh, qué grande es el mundo! —dijeron los patitos. Y ciertamente disponían de un espacio mayor que el que tenían dentro del huevo. —¿Creen acaso que esto es el mundo entero? —preguntó la pata—. Pues sepan que se extiende mucho más allá del jardín, hasta el prado mismo del pastor, aunque yo nunca me he alejado tanto. Bueno, espero que ya estén todos —agregó, levantándose del nido—. ¡Ah, pero si todavía falta el más grande! ¿Cuánto tardará aún? No puedo entretenerme con él mucho tiempo. 

 Y la pata fue a sentarse de nuevo en su sitio, en el nido. 4 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¡Vaya, vaya! ¿Cómo anda eso? —preguntó una pata vieja que venía de visita. —Ya no queda más que este huevo, pero tarda tanto… —dijo la pata echada—. No hay forma de que rompa. Pero fíjate en los otros, y dime si no son los patitos más lindos que se hayan visto nunca. Todos se parecen a su padre, el muy bandido. ¿Por qué no vendrá a verme? —Déjame echar un vistazo a ese huevo que no acaba de romper —dijo la anciana—. Te apuesto a que es un huevo de pava. Así fue como me engatusaron cierta vez a mí. ¡El trabajo que me dieron aquellos pavitos! ¡Imagínate! Le tenían miedo al agua y no había forma de hacerlos entrar en ella. Yo graznaba y los picoteaba, pero de nada me servía… Pero, vamos a ver ese huevo… —Creo que me quedaré sobre él un ratito aún —dijo la pata—. He estado tanto tiempo aquí sentada, que un poco más no me hará daño. —Como quieras —dijo la pata vieja, y se alejó contoneándose. 5 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx Por fin se rompió el huevo. “¡Pip, pip!”, dijo el pequeño, volcándose del cascarón. La pata vio lo grande y feo que era, y exclamó: —¡Dios mío, qué patito tan enorme! No se parece a ninguno de los otros. Y, sin embargo, me atrevo a asegurar que no es ningún crío de pavos. Al otro día hizo un tiempo maravilloso. 

El sol resplandecía en las verdes hojas gigantescas. La mamá pata se acercó al foso con toda su familia y, ¡plaf!, saltó al agua. —¡Cuac, cuac! —llamaba. Y uno tras otro los patitos se fueron abalanzando tras ella. El agua se cerraba sobre sus cabezas, pero enseguida resurgían flotando magníficamente. Movían sus patas sin el menor esfuerzo, y a poco estuvieron todos en el agua. Hasta el patito feo y gris nadaba con los otros. 6 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —No es un pavo, por cierto —dijo la pata—. Fíjense en la elegancia con que nada, y en lo derecho que se mantiene. Sin duda que es uno de mis pequeñitos. Y si uno lo mira bien, se da cuenta pronto de que es realmente muy guapo. ¡Cuac, cuac! Vamos, vengan conmigo y déjenme enseñarles el mundo y presentarlos al corral entero. Pero no se separen mucho de mí, no sea que los pisoteen. Y anden con los ojos muy abiertos, por si viene el gato. Y con esto se encaminaron al corral. Había allí un escándalo espantoso, pues dos familias se estaban 7 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx peleando por una cabeza de anguila, que, a fin de cuentas, fue a parar al estómago del gato. —¡Vean! ¡Así anda el mundo! —dijo la mamá relamiéndose el pico, pues también a ella la entusiasmaban las cabezas de anguila—. ¡A ver! ¿Qué pasa con esas piernas? Anden ligeros y no dejen de hacerle una bonita reverencia a esa anciana pata que está allí.

Es la más fina de todos nosotros. Tiene en las venas sangre española; por eso es tan regordeta. Fíjense, además, en que lleva una cinta roja atada a una pierna: es la más alta distinción que se puede alcanzar. Es tanto como decir que nadie piensa en deshacerse de ella, y que deben respetarla todos, los animales y los hombres. ¡Anímense y no metan los dedos hacia adentro! Los patitos bien educados los sacan hacia afuera, como mamá y papá… Eso es. Ahora hagan una reverencia y digan ¡cuac! Todos obedecieron, pero los otros patos que estaban allí los miraron con desprecio y exclamaron en alta voz: 8 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¡Vaya! ¡Como si ya no fuésemos bastantes! Ahora tendremos que rozarnos también con esa gentuza. ¡Uf!… ¡Qué patito tan feo! No podemos soportarlo. Y uno de los patos salió enseguida corriendo y le dio un picotazo en el cuello. —¡Déjenlo tranquilo! —dijo la mamá—. No le está haciendo daño a nadie. —Sí, pero es tan desgarbado y extraño —dijo el que lo había picoteado—, que no quedará más remedio que despachurrarlo. —¡Qué lindos niños tienes, muchacha! —dijo la vieja pata de la cinta roja—. Todos son muy hermosos, excepto uno, al que le noto algo raro. Me gustaría que pudieras hacerlo de nuevo. Eso ni pensarlo, señora —dijo la mamá de los patitos—. No es hermoso, pero tiene muy buen carácter y nada tan bien como los otros, y me atrevería a decir que hasta un poco mejor. Espero que tome mejor aspecto cuando crezca y que, con el tiempo, no se le vea tan grande. Estuvo dentro 9 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx del cascarón más de lo necesario, por eso no salió tan bello como los otros. Y con el pico le acarició el cuello y le alisó las plumas. —De todos modos, es macho y no importa tanto —añadió—. Estoy segura de que será muy fuerte y se abrirá camino en la vida. —Estos otros patitos son encantadores —dijo la vieja pata—. Quiero que se sientan como en su casa. Y si por casualidad encuentran algo así como una cabeza de anguila, pueden traérmela sin pena.

Con esta invitación todos se sintieron allí a sus anchas. Pero el pobre patito que había salido el último del cascarón, y que tan feo les parecía a todos, no recibió más que picotazos, empujones y burlas, lo mismo de los patos que de las gallinas. —¡Qué feo es! —decían. Y el pavo, que había nacido con las espuelas puestas y que se consideraba por ello casi un 10 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx emperador, infló sus plumas como un barco a toda vela y se le fue encima con un cacareo, tan estrepitoso que toda la cara se le puso roja. El pobre patito no sabía dónde meterse. Sentíase terriblemente abatido, por ser tan feo y porque todo el mundo se burlaba de él en el corral. Así pasó el primer día. En los días siguientes, las cosas fueron de mal en peor. El pobre patito se vio acosado por todos. Incluso sus hermanos y hermanas lo maltrataban de vez en cuando y le decían: 11 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¡Ojalá te agarre el gato, grandulón! Hasta su misma mamá deseaba que estuviera lejos del corral. Los patos lo pellizcaban, las gallinas lo picoteaban y, un día, la muchacha que traía la comida a las aves le asestó un puntapié. 

Entonces el patito huyó del corral. De un revuelo saltó por encima de la cerca, con gran susto de los pajaritos que estaban en los arbustos, que se echaron a volar por los aires. “¡Es porque soy tan feo!” pensó el patito, cerrando los ojos. Pero así y todo siguió corriendo hasta que, por fin, llegó a los grandes pantanos donde viven los patos salvajes, y allí se pasó toda la noche abrumado de cansancio y tristeza. A la mañana siguiente, los patos salvajes remontaron el vuelo y miraron a su nuevo compañero. —¿Y tú qué cosa eres? —le preguntaron, mientras el patito les hacía reverencias en todas direcciones, lo mejor que sabía. 12 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¡Eres más feo que un espantapájaros! —dijeron los patos salvajes—. Pero eso no importa, con tal que no quieras casarte con una de nuestras hermanas. ¡Pobre patito! Ni soñaba él con el matrimonio. Sólo quería que lo dejasen estar tranquilo entre los juncos y tomar un poquito de agua del pantano. 

Unos días más tarde aparecieron por allí dos gansos salvajes. No hacía mucho que habían dejado el nido: por eso eran tan impertinentes. —Mira, muchacho —comenzaron diciéndole—, eres tan feo que nos caes simpático. ¿Quieres emigrar con nosotros? No muy lejos, en otro pantano, viven unas gansitas salvajes muy presentables, todas solteras, que saben graznar espléndidamente. Es la oportunidad de tu vida, feo y todo como eres. 13 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¡Bang, bang! —se escuchó en ese instante por encima de ellos, y los dos gansos cayeron muertos entre los juncos, tiñendo el agua con su sangre. Al eco de nuevos disparos se alzaron del pantano las bandadas de gansos salvajes, con lo que menudearon los tiros. Se había organizado una importante cacería y los tiradores rodeaban los pantanos; algunos hasta se habían sentado en las ramas de los árboles que se extendían sobre los juncos. Nubes de humo azul se esparcieron por el oscuro boscaje, y fueron a perderse lejos, sobre el agua. Los perros de caza aparecieron chapaleando entre el agua, y, a su avance, doblándose aquí y allá las cañas y los juncos. Aquello aterrorizó al pobre patito feo, que ya se disponía a ocultar la cabeza bajo el ala cuando apareció junto a él un enorme y 14 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx espantoso perro: la lengua le colgaba fuera de la boca y sus ojos miraban con brillo temible. Le acercó el hocico, le enseñó sus agudos dientes, y de pronto… ¡plaf!… ¡allá se fue otra vez sin tocarlo! El patito dio un suspiro de alivio. —Por suerte soy tan feo que ni los perros tienen ganas de comerme —se dijo. Y se tendió allí muy quieto, mientras los perdigones repiqueteaban sobre los juncos, y las descargas, una tras otra, atronaban los aires.

Era muy tarde cuando las cosas se calmaron, y aún entonces el pobre no se atrevía a levantarse. Esperó todavía varias horas antes de arriesgarse a echar un vistazo, y, en cuanto lo hizo, enseguida se escapó de los pantanos tan rápido como pudo. Echó a correr por campos y praderas; pero hacía tanto viento, que le costaba no poco trabajo mantenerse sobre sus pies. Hacia el crepúsculo llegó a una pobre cabaña campesina. Se sentía en tan mal estado que no 15 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx sabía de qué parte caerse, y, en la duda, permanecía de pie. El viento soplaba tan ferozmente alrededor del patito que éste tuvo que sentarse sobre su propia cola, para no ser arrastrado. En eso notó que una de las bisagras de la puerta se había caído, y que la hoja colgaba con una inclinación tal que le sería fácil filtrarse por la estrecha abertura. Y así lo hizo. En la cabaña vivía una anciana con su gato y su gallina. El gato, a quien la anciana llamaba “Hijito”, sabía arquear el lomo y ronronear; hasta era capaz de echar chispas si lo frotaban a contrapelo.

La gallina tenía unas patas tan cortas que le habían puesto por nombre “Chiquitita Piernascortas”. Era una gran ponedora y la anciana la quería como a su propia hija. Cuando llegó la mañana, el gato y la gallina no tardaron en descubrir al extraño patito. El gato lo saludó ronroneando y la gallina con su cacareo. —Pero, ¿qué pasa? —preguntó la vieja, mirando a su alrededor. No andaba muy bien de la vista, así 16 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx que se creyó que el patito feo era una pata regordeta que se había perdido—. ¡Qué suerte! —dijo—. Ahora tendremos huevos de pata. ¡Con tal que no sea macho! Le daremos unos días de prueba. Así que al patito le dieron tres semanas de plazo para poner, al término de las cuales, por supuesto, no había ni rastros de huevo. Ahora bien, en aquella casa el gato era el dueño y la gallina la dueña, y siempre que hablaban de sí mismos solían decir: “nosotros y el mundo”, porque opinaban que ellos solos formaban la mitad del mundo, y lo que es más, la mitad más importante. Al patito le parecía que sobre esto podía haber otras opiniones, pero la gallina ni siquiera quiso oírlo. —¿Puedes poner huevos? —le preguntó. —No. —Pues entonces, ¡cállate! Y el gato le preguntó: 17 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¿Puedes arquear el lomo, o ronronear, o echar chispas? —No. —Pues entonces, guárdate tus opiniones cuando hablan las personas sensatas. 

Con lo que el patito fue a sentarse en un rincón, muy desanimado. Pero de pronto recordó el aire fresco y el sol, y sintió una nostalgia tan grande 18 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx de irse a nadar en el agua que —¡no pudo evitarlo!— fue y se lo contó a la gallina. —¡Vamos! ¿Qué te pasa? —le dijo ella—. Bien se ve que no tienes nada que hacer; por eso piensas tantas tonterías. Te las sacudirías muy pronto si te dedicaras a poner huevos o a ronronear. —¡Pero es tan sabroso nadar en el agua! —dijo el patito feo—. ¡Tan sabroso zambullir la cabeza y bucear hasta el mismo fondo! —Sí, muy agradable —dijo la gallina—. Me parece que te has vuelto loco. Pregúntale al gato, ¡no hay nadie tan listo como él! ¡Pregúntale a nuestra vieja ama, la mujer más sabia del mundo! ¿Crees que a ella le gusta nadar y zambullirse? —No me comprendes —dijo el patito. —Pues si yo no te comprendo, me gustaría saber quién podrá comprenderte. De seguro que no pretenderás ser más sabio que el gato y la señora, para no mencionarme a mí misma. ¡No seas tonto, muchacho! ¿No te has encontrado un cuarto cálido y confortable, donde te hacen compañía 19 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx quienes pueden enseñarte? Pero no eres más que un tonto, y a nadie le hace gracia tenerte aquí.

Te doy mi palabra de que si te digo cosas desagradables es por tu propio bien: sólo los buenos amigos nos dicen las verdades. Haz ahora tu parte y aprende a poner huevos o a ronronear y echar chispas. —Creo que me voy a recorrer el ancho mundo —dijo el patito. —Sí, vete —dijo la gallina. Y así fue como el patito se marchó. Nadó y se zambulló; pero ningún ser viviente quería tratarse con él por lo feo que era. Pronto llegó el otoño. Las hojas en el bosque se tornaron amarillas o pardas; el viento las arrancó y las hizo girar en remolinos, y los cielos tomaron un aspecto hosco y frío. Las nubes colgaban bajas, cargadas de granizo y nieve, y el cuervo, que solía posarse en la tapia, graznaba “¡cau, cau!”, de frío que tenía. Sólo de pensarlo le daban a uno 20 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx escalofríos. Sí, el pobre patito feo no lo estaba pasando muy bien. 

Cierta tarde, mientras el sol se ponía en un maravilloso crepúsculo, emergió de entre los arbustos una bandada de grandes y hermosas aves. El patito no había visto nunca unos animales tan espléndidos. Eran de una blancura resplandeciente, y tenían largos y esbeltos cuellos. Eran cisnes. A la vez que lanzaban un fantástico grito, extendieron sus largas, sus magníficas alas, y remontaron el vuelo, alejándose de aquel frío hacia los lagos abiertos y las tierras cálidas. Se elevaron muy alto, muy alto, allá entre los aires, y el patito feo se sintió lleno de una rara inquietud. Comenzó a dar vueltas y vueltas en el agua lo mismo que una rueda, estirando el cuello en la dirección que seguían, que él mismo se asustó al oírlo. ¡Ah, jamás podría olvidar aquellos hermosos y afortunados pájaros! En cuanto los perdió de vista, se sumergió derecho hasta el fondo, y se hallaba como fuera de sí cuando regresó a la superficie. No tenía idea de cuál 21 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx podría ser el nombre de aquellas aves, ni de adónde se dirigían, y, sin embargo, eran más importantes para él que todas las que había conocido hasta entonces. 

No las envidiaba en modo alguno: ¿cómo se atrevería siquiera a soñar que aquel esplendor pudiera pertenecerle? Ya se daría por satisfecho con que los patos lo tolerasen, ¡pobre criatura estrafalaria que era! ¡Cuán frío se presentaba aquel invierno! El patito se veía forzado a nadar incesantemente para impedir que el agua se congelase en torno suyo. Pero cada noche el hueco en que nadaba se hacía más y más pequeño. Vino luego una helada tan fuerte, que el patito, para que el agua no se cerrase definitivamente, ya tenía que mover las patas todo el tiempo en el hielo crujiente. Por fin, debilitado por el esfuerzo, quedose muy quieto y comenzó a congelarse rápidamente sobre el hielo. 22 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx A la mañana siguiente, muy temprano, lo encontró un campesino. Rompió el hielo con uno de sus zuecos de madera, lo recogió y lo llevó a casa, donde su mujer se encargó de revivirlo. Los niños querían jugar con él, pero el patito feo tenía terror de sus travesuras y, con el miedo, fue a meterse revoloteando en la paila de la leche, que se derramó por todo el piso. Gritó la mujer y dio unas palmadas en el aire, y él, más asustado, se metió de un vuelo en el barril de la mantequilla, y desde allí se lanzó de cabeza al cajón de la harina, de donde salió hecho una lástima. ¡Había que verlo! Chillaba la mujer y quería darle con la escoba, y los niños tropezaban unos con otros tratando de echarle mano. ¡Cómo gritaban y se reían! Fue una suerte que la puerta estuviese abierta. El patito se precipitó afuera, entre los arbustos, y se hundió, atolondrado, entre la nieve recién caída. Pero sería demasiado cruel describir todas las miserias y trabajos que el patito tuvo que pasar durante aquel crudo invierno.

Había buscado 23 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx refugio entre los juncos cuando las alondras comenzaron a cantar y el sol a calentar de nuevo: llegaba la hermosa primavera. Entonces, de repente, probó sus alas: el zumbido que hicieron fue mucho más fuerte que otras veces, y lo arrastraron rápidamente a lo alto. Casi sin darse cuenta, se halló en un vasto jardín con manzanos en flor y fragantes lilas, que colgaban de las verdes ramas sobre un sinuoso arroyo. ¡Oh, qué agradable era estar allí, en la frescura de la primavera! Y en eso surgieron frente a él de la espesura tres hermosos cisnes blancos, rizando sus plumas y dejándose llevar con suavidad por la corriente. 

El patito feo reconoció a aquellas espléndidas criaturas que una vez había visto levantar el vuelo, y se sintió sobrecogido por un extraño sentimiento de melancolía. 24 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx —¡Volaré hasta esas regias aves! —se dijo—. Me darán de picotazos hasta matarme, por haberme atrevido, feo como soy, a aproximarme a ellas. Pero, ¡qué importa! Mejor es que ellas me maten, a sufrir los pellizcos de los patos, los picotazos de las gallinas, los golpes de la muchacha que cuida las aves y los rigores del invierno. Y así, voló hasta el agua y nadó hacia los hermosos cisnes. En cuanto lo vieron, se le acercaron con las plumas encrespadas. —¡Sí, mátenme, mátenme! —gritó la desventurada criatura, inclinando la cabeza hacia el agua en espera de la muerte. Pero, ¿qué es lo que vio allí en la límpida corriente? ¡Era un reflejo de sí mismo, pero no ya el reflejo de un pájaro torpe y gris, feo y repugnante, no, sino el reflejo de un cisne! Poco importa que se nazca en el corral de los patos, siempre que uno salga de un huevo de cisne. Se sentía realmente feliz de haber pasado tantos trabajos y desgracias, pues esto lo ayudaba 25 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx a apreciar mejor la alegría y la belleza que le esperaban. Y los tres cisnes nadaban y nadaban a su alrededor y lo acariciaban con sus picos. En el jardín habían entrado unos niños que lanzaban al agua pedazos de pan y semillas. El más pequeño exclamó: —¡Ahí va un nuevo cisne! Y los otros niños corearon con gritos de alegría: —¡Sí, hay un cisne nuevo! Y batieron palmas y bailaron, y corrieron a buscar a sus padres. Había pedacitos de pan y de pasteles en el agua, y todo el mundo decía: —¡El nuevo es el más hermoso! ¡Qué joven y esbelto es! Y los cisnes viejos se inclinaron ante él.

Esto lo llenó de timidez, y escondió la cabeza bajo el ala, sin que supiese explicarse la razón. Era muy, pero muy feliz, aunque no había en él ni una pizca de orgullo, pues este no cabe en los corazones bondadosos. Y mientras recordaba los desprecios 26 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx y humillaciones del pasado, oía cómo todos decían ahora que era el más hermoso de los cisnes. Las lilas inclinaron sus ramas ante él, bajándolas hasta el agua misma, y los rayos del sol eran cálidos y amables. Rizó entonces sus alas, alzó el esbelto cuello y se alegró desde lo hondo de su corazón: Jamás soñé que podría haber tanta felicidad, allá en los tiempos en que era sólo un patito feo. Material autorizado sólo para consulta con fines educativos, culturales y no lucrativos, con la obligación de cita.

Fin.



jueves, 14 de julio de 2022

La hora del cuento con don Manuel








 Es un espacio creado con la finalidad de narrar cuentos infantiles, fantásticos, humorísticos y muy educativos. Su principal objetivo es incentivar estas lecturas, en niños, jóvenes y adultos. De allí que a  través de podcast, videos, audios en MP3 narrados con mi inconfundible voz, estaré subiendo a este blog de literatura mis cuentos literarios, tantos los publicados en mis libros físicos y digitales. También tengo contemplados subir cuentos tradicionales de escritores venezolanos y de otras nacionalidades. Así como reseñas literarias de cuentos, novelas y poesías.  Hoy comparto la portada de [La abeja campeona], cuyo video esta en youtube siguiendo el link señalado pero también se puede leer en: www. encuentos.com / www.losmejorescuentos.com / www. loscuentos.net.